miércoles, 30 de diciembre de 1998

Ferrería de La Pendía

La Ferrería de La Pendía, en Bustasur, era en el siglo XVIII la segunda instalación de este tipo que mayor producción registraba, un total de 120 toneladas al año. En la comarca de Campoo eran cuatro las ferrerías existentes: Pesquera, Santiurde, Horna y Bustasur.

En Cuadernos de Campoo, Manuel Corbera Millán señala que la modernidad de las ferrerías campurrianas «se dejaba también sentir en la propia concepción y diseño de los edificios, al menos en el caso de la de Bustasur (Las Rozas), cuyas carboneras parecen incorporar algunos conceptos propuestos en la Enciclopedia francesa de Diderot y D'Alambert».

En 1789 hacían carbón para la ferrería de Bustasur y también para la de Horna «cuadrillas o "compañías" de carboneros guipuzcoanos que cobraban "once reales por la echuza de cada un carro de carbón de cuatro cargas, medido en el monte"», según cuenta Manuel García Alonso.


Construida en 1765
.- La construcción de las ferrerías estuvo relacionada en todos los casis con el empresario Juan Fernández de Isla. Del mismo modo sucedió en el caso de Bustasur, en donde los constructores fueron Diego y Luis Collantes Velasco. Éste último fue representante de Fernández de la Isla en Londres, en donde buscaba compradores para el hierro producido por el empresario cántabro.

La Ferrería de La Pendía data de 1765 y fue, por lo tanto, la última edificada en Cantabria. El hijo del constructor, Luis Collantes Fonegra, no mostró interés por esta industria y arrendó la instalación por 30.000 reales mientras él se dedicaba a vender el carbón de las minas de Las Rozas.

Fue vendida hacia 1803 al teniente coronel del Ejército José de los Ríos, que la cedió en 1809 a su cuñado Rodríguez de Cosío Barreda. Una riada en 1812 destruyó la ferrería y fueron necesarios 12.000 reales para su reconstrucción.


108 años de actividad
.- Encarnación-Niceas Martínez Ruiz recuerda que a comienzos del siglo XIX se produjeron las primeras privatizaciones de bienes como consecuencia de la desamortización de Godoy y que no se limitó a las propiedades de la Iglesia Católica. De hecho, también se vio afectada la ferrería de Bustasur, que fue adquirida en 1814 por el importante comerciante santanderino Ramón López-Dóriga, para ser posteriormente heredada por el armador y naviero José María López-Dóriga, que también adquirió la ferrería de Horna.

La decadencia de las ferrerías comienza en el siglo XIX. Las ferrerías de Horna y Bustasur, vinculadas al paso por Reinosa del Camino de Castilla, mantuvieron la actividad hasta la década de 1870. En 1873 fue reconvertida en molino, según cuenta Miguel Ángel Sánchez Gómez en su artículo "Reinosa, los prolegómenos de una ciudad".

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